En medio del conflicto con Daniel Fuenzalida por el podcast “¿Cómo están los weones?”, Rosario Bravo reapareció públicamente en redes sociales compartiendo tiernas postales junto a su esposo, el cardiólogo Carlos Caorsi.

Las imágenes fueron publicadas en las historias de Instagram de Bravo, donde cuenta con más de 700.000 seguidores. En una de las fotos se puede leer la frase: “Mi lugar seguro siempre”, mientras que en otra publicación escribió: “Gracias por tanto cariño, estamos listos para seguir derrochando amor.”

Polémica en el mundo del podcast: Rosario Bravo y Daniel Fuenzalida se habrían distanciado tras fuerte quiebre

La creadora de contenido está casada con Caorsi desde 2019. Según ella misma ha contado, la historia de amor comenzó cuando ambos trabajaban en el Hospital San Borja Arriarán. En ese entonces, Rosario tenía 23 años y él 51. Ella se desempeñaba como enfermera y él como médico.

Las verdaderas razones detrás del quiebre entre Rosario Bravo y Daniel Fuenzalida

Uno de los pódcast más populares de Chile atraviesa su momento más crítico. “Como están los weones”, conducido por Daniel Fuenzalida y Rosario Bravo, tiene los días contados. La dupla, que parecía inseparable, hoy está distanciada, y el programa finalizará en las próximas semanas. La controversia comenzó a inicios de 2025, según relató el propio Fuenzalida en una entrevista con Zona Latina. Todo se desencadenó cuando Bravo consultó a un amigo abogado, especialista en propiedad intelectual, para iniciar el registro legal de la frase “Como están los weones”, característico saludo con el que se hizo viral en TikTok.

Pero la sorpresa fue mayúscula: al revisar el sistema del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi), el abogado descubrió que la frase ya había sido registrada... hacía un año por el propio Daniel Fuenzalida, sin notificarle a su compañera.

Bravo se sintió traicionada por esta acción, ya que consideraba que la frase le pertenecía. La locutora encaró a Fuenzalida, quien intentó bajar el tono al conflicto y explicó que acostumbra registrar los nombres de sus proyectos por una cuestión de resguardo legal. Afirmó además que la marca quedaría inscrita a nombre de una sociedad que ambos iban a formar, aunque dicha sociedad nunca se concretó.